jueves, 18 de octubre de 2007
la 8
8º
Fue muy bueno lo que vino a continuación.
- ¿De qué querías hablar? Me dijo en tono sobradamente altivo.
- Vengo a negociar lo de las notas.
- Me parece que te estás equivocando, las notas no se negocian.
- Me alegra que digas eso porque tengo todos los exámenes aprobados y he entregado todos los trabajos del curso, sólo me falta el examen final y me han dicho que es la semana que viene.
- ¡Eres un caradura!
- Probablemente, pero ahora lo que importa es saber si es necesario hacer algo extraordinario para compensar mis pequeñas ausencias.
- ¡Pequeñas!, Es la segunda clase a la que vienes y todavía te pones chulo.
- Perdona, pero yo he empleado el tono más correcto posible, te aseguro que no tiene nada de chulería.
- Puedo suspenderte la asignatura por tus “pequeñas” faltas de asistencia. La ley está muy clara.
- Me imagino, pero, creo que tengo derecho a recuperar la asignatura, como todos los demás, y más teniendo en cuenta que tengo todos los parciales aprobados. Sigo pensando que todo se puede negociar.
- ¿Pero tú que te has creído?
- Que no puedes decir que haya tenido mal comportamiento, además de que la escenita de la primera clase podría presentarse junto a mis notas en la “Consellería”, posiblemente sea un intento de abuso de autoridad.
- Me estás poniendo de los nervios.
- No es mi intención, ya te he dicho que lo que pretendo es consensuar una salida sin escándalos.
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