viernes, 5 de octubre de 2007

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4º - Las siete, ya llevo un año en el instituto y todavía no he dejado que suene el despertador, hay que levantarse. Me llamo Julio y soy feliz, si repites una mentira muchas veces acaba pareciendo verdad, me hago el desayuno, me aseo, leo una parte de “El camino” de Delibes y al instituto, siempre somos dos los que esperamos a que se abra el instituto, Santi, uno de mis mejores amigos y yo, hoy es él el primero en llegar. Enseguida aparecen los pijos, una especie de manada de ciclomotores y motocicletas cargadas de JASP, (jóvenes aunque sobradamente preparados), engominados con el cuello de la camisa levantado y ropa de marca, preferentemente comprada en el “Jofré”. (aquí les llamamos “pijos”, y a ellos no les molesta, son como una tribu más pero haciendo ostentación de su poderío económico), tengo muchos amigos que lo son, es gracioso esto del instituto, todavía somos capaces de tender puentes entre islas que parecen remotas. - ¿Qué clases tenemos hoy? - Tú sólo tienes Biología, Matemáticas y Gimnasia a última. - Vale, ya sé que hay algunas que no voy, pero es por saber si hay algún examen. - No te preocupes, los exámenes son todos la semana que viene, y las demás son francés y Català, ya sabes que Dolors baja a buscarte al patio cuando hay examen… - Ya pero hoy me toca ir a todas, porque tengo que negociar lo de Català. - ¡Es que ya te vale! Sólo fuiste a la primera clase. - Pero yo me llamo Julio, no Juli y esa tía se lo tiene muy creído.

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