domingo, 30 de septiembre de 2007

No era la primera paliza que me daban, ni la segunda ni la tercera, ni…, yo no sé cuantas me habrán dado en mi vida, muchas, demasiadas, pero siempre sabía guardar las apariencias, por cobardía. Esta vez, el detonante creo que había sido que parecía que iban a pegar a una de mis hermanas, no estoy seguro, porque siempre era igual. Empezaban por cualquier motivo, a partir de ahí eran dos contra uno, dos adultos pegándote con las manos, un cinturón, la escoba,…con lo que fuera. Desde hace un tiempo, además, siempre usaban un cuchillo, el de cortar la carne, porque ya soy muy grande. Me lo ponen en el cuello mientras siguen golpeando y así es más fácil, pero hoy he dicho basta, un atisbo de valentía en una vida de cobarde.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola AMIGO, soy yo, tu viejo amigo el óptico (Luis Miguel Hermoso Cabrera) de la ya lejana A.G.B.S. o como quiera que la llamen, ahora que no tenemos ni lema, en fin, cosas de políticos. Hoy, por fin, me decido a escribirte, sobre todo porque, como ya sabes, con dos niños de entre 1 y 3 años no me da mucho tiempo de leer ni en internet. El caso, que el motivo que me ha hecho dar el primer paso es el de este relato tuyo. De verdad, compañero, tengo muchas ganas de volver a verte y de charlar y, como ya te dije hace tiempo, estoy a la espera de que me digas el fin de semana que estás menos liado para pillar a la family y marcharnos los cuatro a Valencia a verte a ti y a toda tu tribu, jejeje. Lo dicho, un abrazo y cuidate.