martes, 17 de junio de 2008

Como hace tiempo que ni escribo ni cuelgo nada propio en el blog, ahí va el capítulo 1º de la novela

Capítulo I No me peguéis más, no lo soporto, si me volvéis a levantar la mano, seré yo quien os la levante y… ya soy mayor. De repente dejaron de pegarme, siguieron insultándome a gritos, me mandaron a mi habitación, me dijeron que no comería… pero nunca volvieron a levantarme la mano. No recuerdo que ropa llevaba, sé que era un domingo a mediodía, uno de los muy pocos domingos que no tenía partidos, por eso estaba en casa, en la que se suponía que era mi casa, la casa que para todos hubiera sido mi casa, para todos menos para mí. Era un cobarde, había planeado cientos de veces mi fuga, pero me faltaba el arrojo para irme. Cualquiera que me conociera, hubiera dicho que lo que me sobraba era eso, arrojo, pero vivía una gran mentira, la más grande de las mentiras. Seguía viviendo con mis padres porque me faltaban huevos y nadie se lo hubiera imaginado, sólo las paredes de aquella puerta izquierda del segundo piso del número 16 del Paseo Briansó sabían la verdad, era un cobarde, un adolescente cobarde que se conformaba con aquella vida de mierda que le esperaba al llegar a casa, a esa casa que sólo consideraban mía los demás. Era más cómodo comer siempre solo la comida fría cuando volvía de clase, cenar frio todos los días cuando regresaba del entrenamiento allá por la media noche, prepararme todas las mañanas el desayuno antes de que se levantaran los demás e irme a clase muy temprano. Pero no porque las clases en el instituto empezaran tan temprano, no, simplemente era otra forma de vivir en soledad, de evadirme de allí, de sobrevivir a mi cobardía sin mudar la apariencia. No era la primera paliza que me daban, ni la segunda ni la tercera, ni…, yo no sé cuantas me habrán dado en mi vida, muchas, demasiadas, pero siempre sabía guardar las apariencias, por cobardía. Esta vez, el detonante creo que había sido que parecía que iban a pegar a una de mis hermanas, no estoy seguro, porque siempre era igual. Empezaban por cualquier motivo, a partir de ahí eran dos contra uno, dos adultos pegándote con las manos, un cinturón, la escoba,…con lo que fuera. Desde hace un tiempo, además, siempre usaban un cuchillo, el de cortar la carne, porque ya soy muy grande. Me lo ponen en el cuello mientras siguen golpeando y así es más fácil, pero hoy he dicho basta, un atisbo de valentía en una vida de cobarde. Me llamo Julio, tengo 16 años, que puede ser que en ocasiones no aparente porque soy muy grande, pero soy un niño. Aparentemente, no sólo llevo una vida normal, sino que a ojos de los demás, posiblemente llevo una vida muy gratificante, bueno, en realidad no únicamente para los demás, también para mí, porque yo ahora mismo, todavía no sé la mierda de vida que llevo, de eso me enteraré dentro de unos cuantos años, pero eso no es lo que nos ocupa ahora mismo. Fuera, en el mundo virtual situado fuera de esas paredes, soy un adolescente feliz, un estudiante perezoso y mediocre, un buen deportista, e incluso tengo bastante éxito entre las chicas de mi edad, aunque yo no les dedique más que unas cuantas miradas, nada furtivas, fuera de las épocas vacacionales. Porque en lo que yo realmente me entrego, lo que hace que mi vida tenga algo de sentido y mi cabeza recobre un ritmo vertiginosamente positivo son el deporte y los amigos, a ello me entrego casi por entero, ahora mismo pienso que es simplemente una cuestión de pasión, con el tiempo descubriré que también y principalmente, es un cobijo, el deporte es mi casa, mis amigos y mis compañeros son mi familia y mi padre, mi entrenador. Pero esto, también lo descubriré dentro de unos cuantos años, mientras tanto os contaré mi vida desde mi inconsciente punto de vista. - Las siete, ya llevo un año en el instituto y todavía no he dejado que suene el despertador, hay que levantarse. Me llamo Julio y soy feliz, si repites una mentira muchas veces acaba pareciendo verdad, me hago el desayuno, me aseo, leo una parte de “El camino” de Delibes y al instituto, siempre somos dos los que esperamos a que se abra el instituto, Santi, uno de mis mejores amigos y yo, hoy es él el primero en llegar. Enseguida aparecen los pijos, una especie de manada de ciclomotores y motocicletas cargadas de JASP, (jóvenes aunque sobradamente preparados), engominados con el cuello de la camisa levantado y ropa de marca, preferentemente comprada en el “Jofré”. (aquí les llamamos “pijos”, y a ellos no les molesta, son como una tribu más pero haciendo ostentación de su poderío económico), tengo muchos amigos que lo son, es gracioso esto del instituto, todavía somos capaces de tender puentes entre islas que parecen remotas. - ¿Qué clases tenemos hoy? - Tú sólo tienes Biología, Matemáticas y Gimnasia a última. - Vale, ya sé que hay algunas que no voy, pero es por saber si hay algún examen. - No te preocupes, los exámenes son todos la semana que viene, y las demás son francés y Català, ya sabes que Dolors baja a buscarte al patio cuando hay examen… - Ya pero hoy me toca ir a todas, porque tengo que negociar lo de Català. - ¡Es que ya te vale! Sólo fuiste a la primera clase. - Pero yo me llamo Julio, no Juli y esa tía se lo tiene muy creído. La cuestión es que Cuca, la de Catalá es una especie de mito erótico entre el pijerío del instituto y a partir de ello, se cree con derecho de llamarte como le apetezca, y los nombres no se deben traducir. Como buen adolescente soy intransigente con boberías que no me sirven para nada. ERROR, estoy forjando mi personalidad, dentro de mis escasas posibilidades. Yo no soy un integrista de la lengua castellana, pero me llamo Julio y soy feliz, una mentira que se repite muchas veces, acaba pareciendo una verdad, como lo de que en Afganistán e Irak estaremos en Misión de paz. Me llamó Juli en varias ocasiones el primer día de clase y le dije que no volvería, encima nos dijo que sólo íbamos a leer un libro en todo el curso, que ¡Oh, casualidad!, está escrito por Xavier Serradesanferm i Benet, a la postre su padre, otro personaje curioso un ex de Entessa de la Esquerra que se pasó al PSOE para tener hueco en el Congreso de los Diputados. Para unos será un político comprometido, capaz de sacrificar parte de su prestigio en pos de la defensa de unas muy arraigadas ideas, para otros como yo, una persona más prosaica, sólo un chaquetero más de los que navegan plácidamente entre estas aguas que llaman la transición, estamos en la primavera del 1985 y a los dirigentes del Gobierno español aún se les nota el candor de los que creen firmemente en lo que hacen. La chica se empeñó en lo de Juli y en los últimos siete meses sólo nos hemos visto en dos ocasiones, y ambas en los pasillos. Aprovechó para recriminarme que no fuera a clase y en especial, que como yo soy el delegado de la clase y el subdelegado tiene hepatitis, (desde aquí un saludo para Ricard que lleva tres meses en la cama hinchándose a leer las revistas porno que oportunamente le hacemos llegar nosotros sus amigos), no hay partes de asistencia. En su descargo he de reconocer que eso mismo me lo han recriminado muchos de nuestros profesores, pero nuestra tutora, “la Solsonelles”, me tiene aprecio, y además sus asignaturas, (Biología y Laboratorio), se encuentran entre mis preferidas. Aún así, hoy tenía que ir a clase de Català, he aprobado todos los exámenes, pero circula el rumor de que me va a suspender por la nimiedad de mi ausencia física, que no espiritual en sus clases, y eso no me parece justo del todo, de ahí que haya decidido iniciar capitulaciones al respecto. Català era a primera hora, que tampoco era la mejor hora para jugar a baloncesto, de manera que tras medio año de ausencia y con una incipiente barba que antes todavía no tenía, entre en clase para observar como la conducía la mencionada profesora, ya que sólo había estado en una que era la de presentación, de ahí que tuviera una cierta curiosidad. Cuando entró, comencé a pasar lista como si nunca hubiera sucedido nada, a lo cual ella respondió, al principio, con una especie de estupor, y después con una poco contenida e inexplicable rabia. - ¿Qué haces tú pasando lista? - Soy el delegado. (Mis compañeros de clase agacharon al unísono la cabeza y en el aire flotó una especie de risilla) - Pero si no has venido nunca a clase. - Hoy sí. (y creí oír que siguió ese murmullo en el aire). - ¿A qué has venido? - A clase, y si puede ser, me gustaría hablar contigo al final. Asintió sin salir de su aparente estupefacción y comenzó una clase de sintaxis, en la que a mí me dio la impresión que estaba nerviosa, porque no dejaba de mirarme y lo sé porque no tomé apuntes, preferí atender a sus explicaciones y comprobar si era cierto que tenía unas nalgas de envidia. Tendría treinta y pocos, conservaba un físico a caballo entre el de una adolescente y el de una mujer joven bien formada. Labios carnosos, nariz respingona, los ojos muy grandes, pero con la mirada demasiado altiva, casi desagradable, de “creída”, sabedora de que el cincuenta por ciento del instituto la observaba, el masculino y supongo que parte del femenino, los pechos sobradamente turgentes para su edad, cosa que me sorprendió, ya que el dibujo de unos abundantes pezones en su ajustada camiseta de hilo, me decía que no llevaba sostén, como si quisiera mostrar que aún no le era imprescindible, (con los años he aprendido que las clínicas de cirugía estética obran milagros en lo que a esto se refiere, aunque no tengo datos para saber si ese era su caso o era una afortunado capricho de la naturaleza). Pero lo que realmente la hacía tan atractiva como mis amigos “pijos” me decían era que sobre unas bien moldeadas aunque algo cortas piernas, reposaban unas nalgas con una precisión en la flacidez, que hacía que cimbrearan deliciosamente al ritmo en que ella escribía sobre una enorme pizarra que ocupaba todo el frontal de la clase. De ahí que los cincuenta minutos de clase se fueran con una velocidad inusitada, en el deleite de la contemplación del mencionado cimbreo. Por lo demás, la clase hubiera resultado extremadamente tediosa por lo redundante, ya que la sintaxis que impartió, la habíamos estudiado cientos de veces en la asignatura de Lengua Castellana, que siempre se me había dado bien, pero había cobrado más interés para mí desde tres años antes, cuando llegamos a vivir a Catalunya, por una especie de pseudonacionalismo centralista que tenía, aunque ahora ni yo mismo lo entienda. Fue muy bueno lo que vino a continuación. - ¿De qué querías hablar? Me dijo en tono sobradamente altivo. - Vengo a negociar lo de las notas. - Me parece que te estás equivocando, las notas no se negocian. - Me alegra que digas eso porque tengo todos los exámenes aprobados y he entregado todos los trabajos del curso, sólo me falta el examen final y me han dicho que es la semana que viene. - ¡Eres un caradura! - Probablemente, pero ahora lo que importa es saber si es necesario hacer algo extraordinario para compensar mis pequeñas ausencias. - ¡Pequeñas!, Es la segunda clase a la que vienes y todavía te pones chulo. - Perdona, pero yo he empleado el tono más correcto posible, te aseguro que no tiene nada de chulería. - Puedo suspenderte la asignatura por tus “pequeñas” faltas de asistencia. La ley está muy clara. - Me imagino, pero, creo que tengo derecho a recuperar la asignatura, como todos los demás, y más teniendo en cuenta que tengo todos los parciales aprobados. Sigo pensando que todo se puede negociar. - ¿Pero tú que te has creído? - Que no puedes decir que haya tenido mal comportamiento, además de que la escenita de la primera clase podría presentarse junto a mis notas en la “Consellería”, posiblemente sea un intento de abuso de autoridad. - Me estás poniendo de los nervios. - No es mi intención, ya te he dicho que lo que pretendo es consensuar una salida sin escándalos. Contuvo la respiración, (tiene unos pechos preciosos), y se avino a capitular. Su exigencia fue que además de sacar al menos un seis en el examen final, tendría que aprenderme veinte versos de Josep Carner. -Son largos, pero me parece justo, no conozco el autor pero nuca está de más aprender cosas nuevas. -Tienes que recitarlos para toda la clase dentro de dos semanas. -Me sigue pareciendo justo, además me comprometo a asistir a todas las clases que quedan hasta el final de curso, pero me llamo Julio, yo a ti no te llamo Luisa. Se fue algo desairada, porque se dió cuenta que en lugar de aprovechar el descanso como hacíamos habitualmente, toda la clase había estado escuchando la conversación. Cosa que estaba a mi favor, porque tenía treinta y tantos testigos, ventajas del hacinamiento escolar. No sólo eso, sino que hubo una sonora ovación por mi osadía que pilló por sorpresa a Prudenci, nuestro profesor de matemáticas, que entraba por la puerta. Era uno de nuestros preferidos, con él, todo el mundo aprobaba, no porque levantara la mano a la hora de corregir, sino que las hacía amenas, era joven y con ilusión por enseñar, además era un tío “de puta madre”. Todos recordábamos el primer día que entró en clase, no nos dimos cuenta de que era un profesor, no lo parecía. Eso le costó llevarse un tizazo en todo el ojo, es lo que tiene meterse en medio de una batalla de tizas, pasatiempo que aunque parezca bárbaro nos gustaba, y al que nos entregábamos en muchos de los descansos entre clases. Lo reconozco, siempre he sido bastante descerebrado y estaba en mi mundo ideal, para la “profe” de Filosofía sería eidético, pero ahora sé que esa palabra no tenía el significado que ella pretendía darle, era feliz, una mentira que se repite muchas veces nunca llega a ser verdad. Al terminar las clases, volví al mundo real, volví a la casa de mis padres. Como siempre, saludé a mi madre al llegar, ella me devolvió el saludo y hasta aquí todo lo que había, comí la comida, fría, como todos los días. Solo en la cocina, como todos los días. Me lavé los dientes, como hacía desde hace muy poco tiempo, había aprendido que era importante tener una higiene bucal en el campeonato de Cataluña, todos mis compañeros lo hacían al levantarse, después de comer y después de cenar. Me compré un cepillo y pasta dentífrica, mis compañeros me enseñaron a limpiármelos, sangré, sangré a borbotones, mis dientes seguían con ese color parduzco, el color del sarro acumulado durante años, ese sarro que había hecho que todas mis piezas dentales estuvieran cariadas, incluso algunas no eran más que pedazos delo que debían ser. Supe que para tener los dientes blancos como ellos iba a necesitar tiempo y dolor, pero merecía la pena, a las chavalas les gustaba más que tuvieras los dientes blancos. Al terminar de asearme, la pelota bajo el brazo y a saltar la valla del instituto, como mis amigos, como todos los días, vuelta a mi mundo, a jugar al básket, hasta las cinco y media, entonces entro por un momento en su mundo, cojo la bolsa con mis aperos del básket, como todos los días y al Apotranco, mi club, dónde está el que hace de padre, mis otros amigos, mi evasión, hasta muy tarde, como todos los días, media hora de camino y en casa, en su casa, saludo al entrar, me devuelven el saludo y a la cocina, la ropa sucia a la lavadora, como todos los días, la cena fría, como todos los días, a limpiarse los dientes, como todos los días desde no hace mucho, parece que los dientes se van transformando, voy a ser una persona normal, soy feliz, una mentira que se repite muchas veces no llega a ser verdad, a la cama, a oír al Súper García a escondidas, hasta que me duerma, y si hay deberes me levantaré antes para hacerlos, como todos los días, soy feliz, vivo solo y eso me hace feliz, aunque una mentira se repita muchas veces no se convierte en verdad, tengo muchos amigos, pero he dejado tantos amigos en tantos sitios, vivo lejos de mis primos, nunca sé si tengo tantos amigos, sería cojonudo que existiera internet y poder mandarles mensajes y fotos como en el futuro, tendré muchos amigos, pero sobre todo tendré una esposa a la que querré y que me querrá, tendré tres hijos maravillosos, aunque a veces se rompan los dedos del pié, aunque a veces harán trastadas, pero nos querremos mucho, …y entonces seré feliz, pero ya no será una mentira, o al menos eso dirán Ana, César, Gonzalo…seré feliz pero ahora tengo sueño, me duermo. No ha sonado el despertador, no lo he dejado, mi hermano sigue durmiendo, voy a hacer los deberes, voy a desayunar, como siempre, como todos los días. Voy a leer un poco más de “El camino de Delibes”, y voy a llorar como muchas veces, me gusta este libro, me gustan los libros de Miguel Delibes, son tan castellanos, como yo, que no sé ni de dónde soy, que soy de muchos sitios. Me gustan los libros de Delibes, como me gustarán un montón de libros, otro refugio, como me encantarán los libros de Almudena Grandes, especialmente “El corazón helado”, que me desgarrará, que hará que mi corazón se parta en mil pedazos, pero todos esos pedazos serán para mis peques, para mi chiqui, para Agustín, para Encarna, para tanta gente que aprecio, para mis amigos, y seré feliz, soy feliz, aunque sepa que no es así, yo sigo repitiéndolo, en algún momento repetir una mentira la convertirá en una verdad. Vete al instituto, te espera tu otro mundo, ese mundo donde se es feliz, dónde disfruto de la vida. Pasan los días, todos muy parecidos. Me han dejado una carta sin remitente en el buzón, esto no pasa todos los días, la leo mientras bajo a entrenar, es de una chica que dice que me ha visto pasar por debajo de su balcón y que le parezco guapo, que le gusto, que no se atreve a decírmelo a la cara, lo más gracioso es que estoy seguro de quién es, se llama Juani y es la prima de Pepito “El pijo”, la vi en su balcón con su hermana Olga, es cojonudo está superbuena y me gusta, es para cagarse, “mola” que le guste y para rematarlo sé que se va a venir a vivir a mi bloque. Yo también le voy a escribir una carta anónima. - A mí también me gustas, creo que estoy enamorado de ti, sé que me has enviado la carta tú, me gustaría salir contigo, pero también me da vergüenza decírtelo a la cara. Es la primera vez que le digo a alguien que estoy enamorado, soy un enamorado furtivo, Dejo la carta en el buzón del piso que se han comprado, están haciendo la mudanza pero cuando yo llego de entrenar, ya no hay nadie que pueda verme introducir la carta en su buzón, le he dibujado un corazón en el sobre, soy un cursi. Al día siguiente me he cruzado con su prima Olga y en lugar de saludarme como siempre se ha echado una risilla, hice la letra grande para que nadie pudiera identificarla. ¡Cojonudo! Lo sabía, ahora sólo me falta echarle narices y decírselo, difícil, ella va a otro instituto, ahora se lo estará contando a sus amigas y yo no puedo hacerlo, los tíos no podemos hablar de estas cosas, los tíos hablamos de fútbol, de cómo tienen las tetas las chavalas, el culo, si me apuras del peinado, pero eso ya es un poco mariquita, no soy machista, no me importa que la gente sea mariquita o bollera, pero es que todavía no sé que lo más correcto es decir homosexual, ya sea gay o lesbiana, ni siquiera conozco esos términos, soy de francés y todavía no se sale del armario ni cosas de esas, todavía no sé qué es “políticamente correcto” ni los malos tratos en la infancia, ni los abusos a menores. Como mucho sé que me dan unas buenas hostias en casa y que hay maricas y bolleras, que los tíos nos hacemos pajas, (será acojonante que las chicas también se masturban, además de que lo más acojonante será enterarme que masturbarse es a hacerse pajas), pero nadie puede decirlo, no se puede decir nada, porque todavía no sé que el puto dictador de mierda lo dejó todo “atado y bien atado”, por eso no puedo decirle a mis amigos que estoy enamorado ni que me inflan a palos, porque yo soy muy macho y el puto dictador lo dejó todo “atado y bien atado” y así nos jodemos todos y yo soy feliz,, aunque repetir muchas veces una mentira no la convierte en verdad. Ahora no puedo decir ni siquiera que Juani está como un tren ni que tiene un culo precioso, sería como echarla a los buitres y ahora soy yo quien tiene que intentar conquistarla, aunque tampoco sepa que eso no será políticamente correcto porque Juani no es un objeto, ni pretendo que sea de mi propiedad, esto es la polla, no es fácil ser adolescente, aunque todavía nadie me ha dicho ni que soy un adolescente, ni lo que significa esa palabra, voy a aprender tantas cosas cuando me haga mayor. Vale, estoy enamorado pero tengo que ir a entrenar, esta semana estamos de exámenes, la semana que viene tengo lo de los poemas y dentro de tres tengo el Sector Cataluña-Baleares, se me amontonan las cosas. Pelo azabache, piel morena, unos brillantes ojos castaños y unas caderas preciosas. Va a ser mi vecina, según dijo Pepito en alguna ocasión, el padre había abandonado a su madre hacía poco. Tiene una hermana mayor, muy guapa, se va a casar dentro de poco. Su madre y ellas se mudan aquí para alejarse un poco de él y al mismo tiempo estar un poco arropada por sus familiares, que viven en el barrio. Tenemos un par de cosas en común, la edad y que mucha gente aquí nos llamaría “charnegos”, Esto último une mucho, porque quien lo dice, quién se refiere a tí con ese término, lo hace de forma despectiva. Se supone que somos aquellos que residimos en Catalunya pero provenimos de regiones de habla no catalana, se lo llaman en especial a aquellos que se resisten a aprender el Català, en realidad en origen se refería a los perros que los pastores usaban para que les alertaran durante la noche de la proximidad de alimañas o ladrones, por su carencia de pedigree, la mano de obra barata que siempre necesita el capital aunque la desprecie. A veces viste con faldas vaqueras, le sientan bien, a veces con tejanos, le sientan estupendamente y si son ajustados mejor. Sus pechos eran suficientemente generosos, no sé exactamente por qué, pero me encantaría tenerlos en mis manos, besarlos, todavía no sé que esa efervescencia hormonal es normal en la adolescencia, pero, como ya he dicho, todavía no sé, siquiera, qué es la adolescencia. Esto de creerme enamorado hace que me sienta confuso, soy tan, tan macho, que no puedo decirle a nadie que me encanta la poesía, que leo y releo por el camino hacia Apotranco los “Veinte Poemas de Amor y una canción desesperada” de Neruda o “las Luciérnagas” de Tagore, son muchas colecciones de veinticinco minutos de ida y veinticinco de vuelta, ese tiempo no se puede perder, no puede convertirse en un simple deambular, siempre los empleo en pensar en planificar, en soñar muchas veces en leer, todavía faltan dos años para que escuche el poema más bonito, siempre en mi opinión, que existe, será el “Amor particular” de Lluís Llach, con el tiempo se lo cantaré a una bella cartagenera que no me entenderá en principio, y se lo cantaré durante muchos años cuando sea mi esposa y la entienda, y querré cantársela durante toda la vida porque estaré tan enamorado de ella que querré que nuestro Amor no se acabe nunca, aún sabiendo que el Amor hay que aprovecharlo mientras dure, porque si un día se acabase, no querré reprocharme el no haberlo saboreado. Aún así, le volví a mandar otra carta, esta con un poema, que también deposité de la misma forma en su buzón. MI CORAZÓN SIENTE ALGO, TU CORAZÓN SIENTE LO MISMO, MI CORAZÓN ESTÁ FORMADO POR PALABRAS LAS PALABRAS FRAGMENTAN MI CORAZÓN LOS FRAGMENTOS FLOTAN EN EL AIRE EL AIRE LES ARRASTRA HACIA OTROS FRAGMENTOS BUSCAN LOS FRAGMENTOS DE TU CORAZÓN SON PALABRAS COMO ELLOS SE ENCUENTRAN EN EL VIENTO LA RESPUESTA ESTÁ EN EL VIENTO Sé que soy un cursi y que no sé escribir, tampoco sabré escribir cuando esté escribiendo esto, pero el corazón lo vomita sin poder evitarlo, tampoco querrá evitarlo porque entonces será feliz, estará herido, pero será feliz. Todavía no lo sé, pero mi corazón ya está herido, aunque dice que es feliz, una mentira que se repite muchas veces no llega a ser verdad, quizás esté herido pero también está enamorado, ahora se da cuenta que en realidad no es la primera vez, que Maika también lo consiguió hace seis años, que es muy bonito sentirlo y no sabe que un día conocerá a un corazón de Cartagena que lo inundará todo, sus palabras se unirán a las de ese corazón y la respuesta, como decía Dylan, “está en el viento”. El vago más grande de la historia estudiando un domingo. Esta semana que entra es la de los exámenes finales, estoy reventado, son las cinco y cuarto y hace una hora que hemos vuelto de Barcelona. Entre el madrugón y los dos partidos acabas hecho una birria, pero hay que estudiar, que yo el verano lo quiero para las chavalas y la playa. La verdad es que no son complicados, lo único que me voy a preparar un poco más es Català, por lo del pacto, pero reconozco que soy un estudiante perezoso, por no decir un no estudiante. Esta semana que viene, entre los entrenamientos preparatorios del campeonato y los exámenes, va a ser una semana de sueño, sin hablar de que aún me quedarán los poemas de Carner. El campeonato va ser una especie de cura relajante, tipo balneario, pero con partidos y chavalas, porque todo el mundo sabe que cuando terminan los exámenes, se abre la veda de las chavalas, después de la semi-abstinencia del curso y la temporada, vale la pena estudiar esta tarde. Llegó el jueves a segunda hora, el examen de Català. Me ha salido de ocho o nueve, un problema menos, en el entrenamiento de esta tarde voy aprobar unos mates nuevos que he visto en unas fotos de Jordan, hay que liberar adrenalina, sólo queda el examen de Física, fácil, en los viajes del fin de semana me toca aprender poemas, Josep Carner, nunca había hablado de él pero estoy seguro de que ha elegido algún autor representativo, me voy a la biblioteca a ver de qué me entero. Josep Carner i Puig-Oriol (Barcelona, 9 de febrero de 1884 - Bruselas, 4 de junio de 1970), fue un poeta, periodista, autor de teatro y traductor catalán. Es también conocido como el príncipe de los poetas catalanes. En 1897 entró en la Universidad de Barcelona, donde descubrió el catalanismo. Obtiene la licenciatura en Derecho y Filosofía. En esa época colaboró en Montserrat y La Atlántida, entre otras revistas. Dirigió Catalunya2 (1903-1905), 'Empori (1907-1908) y Catalunya (1913-1914). En 1911 fue designado miembro de la Sección Filológica del Instituto de Estudios Catalanes, y colaboró con Pompeu Fabra en la fijación y el enriquecimiento de la lengua. A principios del siglo XX se incorporó al periódico La Veu de Catalunya, donde escribió hasta 1928. En 1915 contrajo matrimonio con la chilena Carmen de Ossa, con la que tuvo dos hijos: Anna Maria y Josep. Fue un renovador de la poesía, de la lengua y de la prosa. Creó un nuevo estilo de periodismo político. Junto a Enric Prat de la Riba, en la Mancomunidad, luchó por la profesionalización de la literatura catalana, que consideraba adolescente. Después de la muerte de aquel, en 1920, Carner se presentó en Madrid a unas oposiciones al cuerpo consular y, en marzo de 1921, ingresó en la carrera diplomática. Partió de España hacia Génova para instalarse allí con toda la familia como vicecónsul español. Ejerció cargos en Génova, San José de Costa Rica, La Haya, Hendaya, Beirut, Bruselas y París. Durante la guerra civil española se mantuvo fiel a la República y no volvió a residir en Cataluña. Fue uno de los pocos diplomáticos que se mantuvo fiel a la República. Por ello en 1939 su alejamiento de Cataluña fue forzado. Se casa con la profesora y crítica literaria belga Émilie Noulet, su segunda esposa, y emprende el camino del exilio, primero a México (de 1939 a 1945), donde fue profesor en el Colegio de México, y después a Bélgica. Josep Carner fue el primer poeta moderno de Cataluña. En sus poesías une la tradición clásica y trovadora de Petrarca con su talento individual que le permite conseguir una perfección gramatical y jugar mucho con la lengua. Une todas las tradiciones pero está más cercano a la didáctica del siglo XVIII. He comenzado por el que se llama “Dos amants”, es precioso, va a ser más fácil de lo que pensaba, Esta es otra de las cosas que no se pueden decir, a mí me gusta la poesía, supongo que seremos muchos, pero todavía no se puede decir, todavía estamos a mediados de los ochenta, seguro que hay homosexuales a los que les detienen por serlo y parecerlo, transexuales, transformistas. Todavía no hay revistas de Gays y lesbianas, ni concursos de “Drag Queens”, los discapacitados no tienen rampas de acceso en los edificios públicos, los discapacitados psíquicos están escondidos en sus casa, que nadie les vea y se asuste, no existen niños hiperactivos, ni siquiera tengo claro que existan las depresiones ni el estrés, si acaso, hay gente que no consigue conciliar el sueño, que vomita sin saber porqué, que se marea, que padece vértigos. Vivimos en una época en la que, si quisieras hablar con tu padre, tendrías que ir al bar y al final te invitaría a una "fanta", pero no hablarías. En esta época, la mujer empieza ese largo y arduo camino hacia la igualdad, sin saber que nunca la conseguirán porque los hombres les han engañado, les han dicho que la igualdad consiste en beber y fumar como ellos, para tener infartos como ellos, para tener sus mismas enfermedades, como si no fuera bastante haber aguantado la post guerra, porque fueron las mujeres las que sufrieron esta postguerra, sobre todo las mujeres de los que permanecieron fieles a la República, fueron ultrajadas, vilipendiadas, sostuvieron a sus familias, en muchos casos en condiciones de miseria, de ahí que las señoras mayores tengan tantos achaques. Ahora son sus hijas y sus nietas las que creen que han alcanzado la igualdad fumando y bebiendo, trasnochando, con horarios laborales draconianos, serán las futuras enfermas coronarias y psiquiátricas, pero no querrá decir que consigan la igualdad, ni ellas ni nadie, estamos en la sociedad del engaño, de las desigualdades sociales. Estamos y estaremos, para eso murió tanta gente en la guerra que montó el dictadorzuelo gangoso con sus colegas, no murieron para nada, seguimos bajo el yugo de los especuladores, de los estraperlistas del pasado, de cualquiera que no tenga vergüenza, la “clase proletaria” sigue y seguirá igual, trabajando, cada vez más y por sueldos de miseria despilfarrando y perdiendo los derechos que se consiguieron con tanto esfuerzo, pero en el futuro será diferente, porque se verá incrementada con la gente que llegará de ultramar buscando la prosperidad de la sociedad occidental. Una semana más, ya estamos a jueves, los entrenamientos van viento en popa, jugamos de memoria, estoy en un buen momento, apenas tengo tiempo para pasar por esa casa. Las poesías eran fáciles, son muy bonitas, muy dulces, no ha supuesto un esfuerzo, voy a aprobar todo, sólo queda que las recite y centrarme en los entrenamientos, nos jugamos el campeonato de España, después vacaciones, Sant Joan, Sant Pere, ir a Ponferrada, Pilar, las demás chavalas. Mis amigos, el básquet veraniego… Pero antes tengo que recitar para toda la clase, nadie se lo creía, pero me da muchísima vergüenza, aunque nadie lo va a notar. No sólo las he recordado, he disfrutado interpretándolas, recitando, muchos de mis compañeros se han reído, porque yo soy muy macho y esto no es normal. Sólo Graciel.la, Mercé y Nuria saben que me gusta la poesía, son mis amigas, creo que Tetu también lo será aunque sólo lleva un año con nosotros y le falta un pelín para integrarse del todo, es muy guapa, pero seguro que será mi amiga y también podré decirle lo que me gusta, cuando me enamoro, esas cosas que sólo se pueden contar a algunos amigos. A la gente de la clase les ha divertido mi forma de recitar, pero según me han dicho, Cuquita no ha comprendido la algarabía, estaba bastante enfadada, supongo que contrariada, yo tenía que hacerlo mal, o incluso no hacerlo, soy un chulito machote que me rebelé a que me cambiaran el nombre, soy el delegado de la clase, no nos habíamos visto apenas en todo el curso y no veneraba su cuerpo, no era ella quien ocupaba mi pedestal, estaba Juani, podía ser Montse de clase, Pili de Ponferrada, heterosexual que todavía no sabe ni el significado de esa palabra, un amasijo de feromonas de dos metros, en primaveral efervescencia, que tiene muchas cosa que ocultar, mostrando esa cara impresionante como escudo. Al terminar de recitar le pedí permiso a Cuca para sentarme, cosa que hice entre aplausos y animosos silbidos de mis compañeros. ¡Qué poco nos queda de curso! Encima la semana que viene desaparezco, me voy a Lleida a disfrutar de mi deporte y… a intentar ligar, como es normal. Vaya fiasco, nos hemos clasificado para el campeonato de España, pero Lleida en época de exámenes es una ciudad muerta, no había chavalas, ni cachondeo, ni nada. Sólo partidos de básket y la atenta mirada de los ojeadores de los equipos grandes, yo creo que no sólo hemos ganado, hemos lucido, hemos dado nuestro mejor juego, pero ha faltado el cachondeo, no sé si voy a valer yo para esto, si el básket de élite es así, no me veo yo con ánimo, pero quedan quince días para el campeonato de España y no voy a tener tiempo ni para pensar en ello, hay que entrenar mucho más y aún así van estar los más fuertes, va a ser genial, pero ahora al “Insti”. - Julio mira el tablón de anuncios. - ¿Para qué? la nota me da igual, sé que he aprobado todo. - Has suspendido Català. - Santi, es imposible. - ¡Qué hija de la gran puta! Mientras me dirigía al departamento de Llengua catalana todo el mundo me miraba, todos lo sabían, me la había jugado la tía guarra. - ¿A qué ha venido esto? - Antes de entrar hay que llamar - ¿A qué ha venido esto? - No has asistido a clases en todo el curso. - Hicimos un pacto delante de toda la clase. - Yo, no hago pactos. - Esto es una guarrada - Todo es opinable - En este caso no hay vuelta de hoja. - Efectivamente, en el tablón puedes ver tu nota. - Es falsa, me suspendes en todos los conceptos y yo únicamente tengo faltas de asistencias. - Ese es mi criterio. - Me gustaría saber qué opina la Consellería de Educació de la arbitrariedad de tu criterio a la hora de puntuar. - ¿Pero tú quién te has creído que eres? - También sobre tu arbitrario criterio al elegir el libro de lectura. - Es un escritor como cualquier otro. - Sí, tu padre. - Es circunstancial. - Soy capaz de ir a algún diario a exponer mi opinión, esto de hacer deporte te da acceso a algún medio de comunicación. - Pero no es necesario sacar las cosas de quicio. - Lo que has hecho es una sinvergonzonería. - No te consiento… - ¿El qué? - Todo se puede solucionar. - Yo creía que estaba todo solucionado, yo he cumplido todas las condiciones del pacto. - Sólo se va a tratar de que hagas la redacción y el dictado de la suficiencia. - ¿Y por qué te voy a creer ahora? - Porque me has amenazado. - Yo no he amenazado a nadie, si acaso te he informado de lo que haré en el supuesto de que me la vuelvas a hacer. - Yo no te he hecho nada, y ahora soy yo la que te ofrezco una salida. - Acepto, pero has sido ruin. - Y tú no has hablado en Català en todo el curso. - Nos vemos en suficiencia. Esto era algo con lo que no contaba, pero me tengo que concentrar en el Campeonato, el examen de suficiencia es al día siguiente de llegar, pero se trata de redactar y no hacer faltas, no es complicado. Vamos camino de Zaragoza, yo voy en el coche de mi entrenador, él es quien hace de padre habitualmente, por eso no soy huérfano, tengo alguien que me guíe, no estoy sólo en el mundo y en los últimos tiempos aún menos, entre campeonatos, entrenamientos y exámenes, mi mundo se hace más grande. A veces parece como si no viviera en “su” casa, como si ellos no existieran, así todo es más fácil, la verdad es que la vida con los amigos es más vida, sólo faltaría que me dejaran trabajar para ganar algo de dinero, o que tuviera narices para irme definitivamente de su casa, pero soy un cobarde. Pienso a veces en Juani, otras veces en Montse, estoy confuso, me siento enamorado de ambas, pero al final no les digo nada a ninguna de las dos, la vedad es que si me atreviera, tampoco tendría ni dinero para invitarles a un refresco, estoy sin un duro como siempre. Estamos pasando el desierto de los Monegros, no hay ni un árbol, Albert no hace más que repetir, “ni un hombre, ni una persona, ni un animal, ni una planta, vamos a morir”, hace de ello una letanía que repite sin cesar durante casi dos horas, la verdad es que no paramos de reírnos, se nos hace corto el viaje y por fin divisamos a lo lejos la Basílica del Pilar, unas chavalas mañas nos han dicho que junto al Pilar está la zona de salir por las tardes, somos deportistas pero … A las seis de la tarde estamos en Ayuntamiento, es la recepción de los equipos participantes en el campeonato, nos sentimos importantes, están los mejores equipos de España y… nosotros. Tenemos tres años menos que la mayoría de ellos, pero unas ganas increíbles de jugar y de salir de fiesta, he estado reuniendo todo lo que he podido para este campeonato, son ocho días y puede ser salvaje. Debutamos mañana a las doce de la mañana, desde el hotel, se puede ir andando al pabellón, espero que no nos levanten muy temprano. Antes de cenar hemos ido a conocer “el tubo”, la zona de tapeo, no hay problema porque tenemos ocho días para conocer el Pilar. Después de cenar a las habitaciones, a mí me ha tocado con Albert, o sea que un problema menos. A las once menos cuarto se pasa un directivo a comprobar que estamos acostados, es normal, no es la primera vez que nos evadimos, pero esta vez, casi todos están a favor de dormir bien de cara a los partidos, sólo quedamos Albert y yo, más fácil. A las once salimos de la habitación a hurtadillas, hay una escalera de servicio que nos permite no tener que cruzar el hall del hotel, Zaragoza es nuestra y menos mal que decidimos traernos chaquetas, hace dos días estaba en la playa y aquí hace un frío que pela. Les preguntamos a unas chicas que vemos dónde está la zona de marcha, que simpáticas, nos acompañan, no está lejos, se llaman Esther y Adela y nos llevan una calle con discotecas en ambas aceras, les preguntamos dónde suelen ir ellas y nos dicen que a Pachá, (es lo que tiene que seamos adolescentes), allá vamos, hemos traído los pases de Pachá Salou, con ellos ya entramos en la de Ibiza, pero el portero no tiene claro lo de dejarnos pasar por el morro, menos mal que Albert es íntimo amigo de Jordi, el hijo de uno de los socios de la de Salou, le pedimos que hable con el encargado y al cabo de unos momentos para dentro, los cuatro, Esther y Adela están impresionadas, y además tenemos vales de consumición gratis, en el instituto creo que tiene todo el mundo, pero nos hemos traído un taco, no hay problemas, la noche empieza bien. Dejamos que sean ellas las que hablen, tienen diecinueve años y estudian primero de Magisterio, por lo que se ve, esta semana es la última antes de los exámenes en las Universidades y todo el mundo sale de forma compulsiva, los hado se han aliado con nosotros. Son más majas que las pesetas, nosotros sólo les decimos que estamos en Zaragoza para jugar el Campeonato e inmediatamente les sacamos a bailar, son simpáticas y están como un tren. A esta edad, que te guste una chica, no suele significar que ello lleve implícito voto de castidad, de manera que, aunque parezca un cerdo, no me siento culpable, estoy a gusto con Adela y nos pasmos la noche bailando y diciendo tonterías. Ya son las cuatro y media y nuestras mañas deciden irse a casa, son de Huesca, pero viven en un piso de estudiantes cerca del Coso, donde está nuestro hotel, les acompañamos a su casa y, ¡Premio!, en el portal hay un beso de recompensa, llegamos a la habitación a las cinco y cuarto, no sin antes pedirle al recepcionista que no diga nada. Primera noche en Zaragoza, ¡Sin novedad! El hermano de Albert hizo la mili en las COE, s y nos ha enseñado algo de la jerga militar, me gustaría saber cómo se siente uno haciendo de militar. - ¿Qué son esos golpes? - Ya abro yo la puerta, (dice Albert). - ¿Qué hacéis todavía sin bajar a desayunar? - No sabíamos a qué hora se desayunaba. - A las nueve y media teníamos que haber salido para “La Romareda” y ya son las diez menos veinte. - No lo sabíamos, ya vamos. - Yo ni desayuno, me pongo el chándal y en el Pabellón ya me equipo. - Yo lo mismo, nos lavamos y bajamos. - Os esperamos, no os retraséis. - Ahora mismo bajamos. Cuando llegamos a la puerta nos esperaba todo el equipo con el entrenador. - No hay problema, se han adelantado los directivos para lo de las acreditaciones, vamos. Mientras el entrenador nos hablaba, todo el equipo nos miraba aguantándose la risa, estaba claro por nuestras ojeras que habíamos salido. Por el camino, se acercan Xavi y Tanco: - ¿Qué? - ¿Qué, de qué? - Que cómo son las mañas. - Muy simpáticas, los dos al unísono. - ¿A qué hora volvisteis? - Ni me acuerdo. - Y yo no sé ni qué hora es. - Las diez, tenemos más o menos el tiempo justo de acreditarnos y calentar. - No puede ser, yo necesito dormir. - Pues tú sales de titular, (dijo Albert). - Lo cambio por una cama - No hay opción, jugamos contra Caja Bilbao. - No fastidies, Ramón Cruces, (Ramón Cruces era un pívot de dos metros y cinco centímetros que pesaba ciento diez kilos, una bestia parda que era titular en la Selección junior y en el equipo de ACB). - Yo hoy no puedo ni con mis primos pequeños. - Pues espabila, porque el que sale después también tiene que saber aguantar. - Vale, vale, no digáis nada, pero necesito comer y una ducha. En el camino hacia el pabellón recordé que las dos preciosas mañas iban a venir a vernos al partido de las ocho de la tarde. - Albert, al llegar al pabellón yo me ocupo de intentar acreditar a Esther y Adela, pero tú tienes que conseguir algo de comida, ¡Estoy que devoro! - No hay problemas. No jugábamos en el Romareda, hoy los dos partidos los teníamos en “El Globo”, al llegar fue muy fácil acreditar a “las mañas”, muy amablemente me indicaron que existía una lista en la cual, tanto jugadores, como entrenadores y directivos podían apuntar a aquellos invitados que deseáramos que pudiesen tener acceso gratis, que maravilla de organización, la que me atendió, era una azafata, también con un marcado acento maño, muy guapa y muy simpática. Cuando anoté los nombres le hizo gracia, Esther y Adela de parte de Albert y Julio del Club Apotranco de Reus. Claro, no tenía más referencias. Por otra parte, Albert había conseguido comida, casualmente el Campeonato estaba esponsorizado por una marca de magdalenas y dulces, razón por la cual, no había sido difícil que le obsequiaran con una generosa cantidad de magdalenas de las que dimos cuenta de inmediato. Hasta aquí todo perfecto, el pabellón era gigantesco, nada que ver con nuestro humilde “Apotranco’s Arena”, al mismo tiempo que nosotros se estaban acreditando lo más granado del básket junior nacional. Pensaba que sólo se les podía ver por la tele y aquí estábamos. Qué les darán de comer, son todos enormes, me siento un alfeñique, yo aparento bastante, pero a mi metro y noventa y ocho centímetros, sólo le acompañaban ochenta y cinco kilitos, aquí había verdaderas bestias, la cosa va a estar jodidísima. En el calentamiento conseguí recuperar algo de fuerza, supongo que será el estado de tensión en el que estoy por jugar por primera vez un partido de un campeonato de España, estos de Caja Bilbao son tremendos, además de altos, están todos tremendamente cuadrados, “la hostia” con los vascos, ¡Cómo son! ¡Son la hostia! Hay un base, un pívot y un alero que ya han debutado en ACB, casi nada, pero sabiendo lo fanfarrón que soy, intento aparentar que no me han impresionado. Al final, les aguantamos bien la primera parte, pero los últimos 8 minutos han sido de vapuleo, ahí es dónde se ve la fuerza física y se han juntado el hambre y las ganas de comer, por una parte estos bestiajos y por otra parte, algunos de nosotros estamos afectados por un cansancio sospechoso, creo que no fuimos los únicos que salimos, durante la comida nos organizaremos y espero que podamos descansar un poco, para el partido de por la tarde… y lo que “fuere menester”. Vamos de nuevo hacia el pabellón, ni nos hemos duchado, queremos arañar unos minutos para la siesta y encima para esta noche somos cuatro, Óscar y Jimmy también se apuntan, al parecer anoche nos faltó coordinación, no nos encontramos por pura casualidad y ellos también conocieron otras dos “simpáticas mañicas “, cuantos más seamos más nos divertiremos, de momento esta tarde , Esther y Adela, vienen a vernos al partido, es contra “La Penya”, con lo cual lo tenemos muy negro, pero algo haremos.

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